domingo, 27 de noviembre de 2011

Sobre la poesía


Felipe quedó segundo en el certamen de poesía infantil del barrio, la ganadora fue una niña mayor del colegio de al lado con un poema de hormigas. 

A los miembros del jurado les pareció atroz su soneto sobre heces de animales extintos, ancianos moribundos o rústicos hidrocéfalos. 

Pero tuvieron que rendirse a la evidencia de que era el único sin faltas de ortografía y además, tampoco era para tanto, el segundo premio era un libro.

Sobre ilustrar

En los albores de la vida en sociedad, el jefe del clan cavernícola repartió las tareas entre su horda. 

A todos les dio garrotes excepto a uno que, salvo por unas rudimentarias gafas de concha de mejillón, no se diferenciaba de el resto de barbudos desgarbados. 

A éste le hizo entrega de un rabo de jabalí y un cuenco de excrementos de oso para ilustrar como cazaban mamut, como despellejaban al mamut y como comían todos mamut mientras él pintaba.

Sobre el humor

El descuerdo entre fabricantes de chistes y artesanos del humor dura ya desde tiempos inmemoriales. 

Unos piensan que el súmmum es llorar a carcajadas y los otros que mearse de risa es el colmo. 

En el último simposio mundial celebrado en Reno se llegó a un acuerdo de mínimos en el que quedó claro que era físicamente imposible llorar y orinar al mismo tiempo.

Sobre colorear

El viejo pasaba los días mirando las obras por un agujero que había en la tapia del solar. 
Antes de morir le dijo a su nieto: “Colorearás, Felipe, con cemento, ladrillo, matojos y tierra”. 
El niño le preguntó: “Y el cielo, ¿de qué color lo pinto?”.  
“De azul, no te quedará más remedio, pero no te olvides de poner muchas antenas”.  

Sobre Aragón


El natural de Aragón viene al mundo con una cabeza objetivamente grande.

Al llegar a una cierta edad le crece en ella un característico apéndice en forma de boina. 

De naturaleza inconformista pero inevitablemente resignado, el aragonés no deja de quejarse de que la boina aprieta.