El descuerdo entre fabricantes de chistes y artesanos del humor dura ya desde tiempos inmemoriales.
Unos piensan que el súmmum es llorar a carcajadas y los otros que mearse de risa es el colmo.
En el último simposio mundial celebrado en Reno se llegó a un acuerdo de mínimos en el que quedó claro que era físicamente imposible llorar y orinar al mismo tiempo.
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