Nunca ha cambiado de botas ni tampoco ha parado aunque ahora se mueve, él solo, gracias a un motor eléctrico y un joystick. Corre, se pierde, explora, maniobra... La felicidad al alcance de todos los que puedan pagarla, porque desgraciadamente está considerada un lujo: el lujo de poder disfrutar de los vaivenes del pavimento irregular, vagar sin rumbo, utilizar el RER y darle a tu compañera un merecido descanso después de años subiendo cuestas y pisando pies.
Ada es la única que no tiene que doblarse para abrazarle. Ada le dibuja monstruos, Stéphane le dibuja monstruos a Ada. Ada es la niña de sus ojos, de sus tentáculos, de sus insectos, de sus desgarros.
Ada dibujó un conejo y un Diego, me veo un poco monstruo y estoy contento.
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